Marta
Tuve que poner la playlist que me hiciste para poder escribir esto, porque ya no recuerdo muy bien cómo me sentía cuando estaba con vos. Es rarísimo, parece como si un año entero de mi vida hubiese estado miope y sin anteojos. No sé qué pasaba en esa época, o qué quería, pero sé lo que quiero ahora: que no me hables, que no me escribas a las cuatro de la mañana. No quiero volver a verte. No quiero enterarme de que mentís sobre mí delante de tus amigas. No quiero que me mandes otro mail, no quiero que me pidas que te desbloquee en las redes sociales. No quiero que aparezcas cuando empiece a salir con alguien. No quiero cruzarte en otra fiesta a la madrugada, no quiero que te esfuerces por que te vea. No tengo ganas de nada con vos.
A veces hablo con mis amigos de mis ganas de irme a vivir a otro país, lejos, pero nunca les cuento que es porque estoy cansado de salir con gente que sabe quién sos, y tampoco les digo que es por eso que estoy cansado de tener citas.
Qué sé yo, boluda. Te juro que intento perdonarte. Te juro que hago tanta fuerza como puedo, pero lo máximo que logro es olvidar tu existencia por un par de días y después te vuelvo a ver en todos lados. Y no siento tristeza, no te extraño: estoy cansado, estoy agotado de vos.
Que mal timing que justo empiece a sonar un tema de Él mato. Me costaba mucho escucharlos porque vos siempre me contaste que te hacían acordar a tu ex. Ex que odié porque vos odiabas, y que me costó un montón de tiempo entender que en realidad a mí no me hizo nada malo. Ni tu ex, ni tu actual, el daño siempre me lo hiciste vos.
Basta.
No quiero ser así.
No quiero que lo único que pueda decirte sea este bajón. No quiero pensar solo en esos momentos del orto que vivimos, porque hubo cosas piolas también. Como tu familia, que siempre me trató re bien. Como esa vez que hicimos un fuerte gigante y miramos películas ahí abajo. Como tu perra, que me dejaste cuidar, que dejaste que nos quisiéramos. Todavía tengo pelos de ella en mi ropa. Algunas de las cosas que me regalaste todavía las guardo, las remeras se las di a un amigo. Me enseñaste que la música era más que Bestia bebé y el Duki. Fuiste la primera persona que creyó en mí.
Creo que me voy a despedir acá, pero antes te voy a contar cómo estoy, porque no quiero verte, pero me gustaría saber cómo estás. No puedo preguntarle a otros, porque no sos honesta con nadie. No puedo esperar que me lo cuentes, porque no quiero hablar con vos. Te cuento: estoy motivado por primera vez en años. Me rodea gente que me quiere y me cuida. Trabajo en un lugar que amo. Me mudé a un departamento hermoso y estoy comiendo más sano, aunque no lo creas. Ya no me quiero matar y dejé los antidepresivos. Ese pibe al que miraba por la tele sentado en tu mesa ratona ahora sabe mi nombre y nos hablamos por WhatsApp. Salí con chicos y no funcionó. Salí con chicas y no funcionó. Mi abuelo Coco tuvo un infarto, pero por suerte está bien. Mi mamá se volvió a separar y yo sigo sin hablar con ella. Mi papá me llama todas las semanas sin falta. Por primera vez en años puedo decir que estoy bien y que no sea mentira. Quiero que sepas estas cosas, aunque no te las enteres por mí, para agradecerte por todo. Era mucho más difícil creer en mí cuando era ese chico que no podía dormir solo, pero vos lo hiciste. Gracias por eso.
No quiero verte nunca más, pero quiero que estés bien.
Bio
La carta la escribió Federico. Nació en Bahía Blanca en 1996. Hizo un podcast que se llama Me gustan los perdedores.
Nota de las editoras
Esta carta evidencia cómo el dolor y el agradecimiento por momentos se confunden, cómo a las personas que más daño nos hicieron también encontramos motivos para agradecerles. Hay algo de redención y humildad muy hermoso en estas líneas.