Iván

Iván, 

Recibir tu carta me hizo pensar mucho en quiénes éramos. No pienso mucho en el secundario (porque el tren va siempre para adelante), pero cuando volví sobre esos días me di cuenta de que no siento vergüenza. Éramos unos personajes, sí, pero éramos interesantes y éramos frescos y, porque teníamos tanto tiempo, nos llenábamos de planes delirantes. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a los botecitos del bosque? ¿O al museo de ciencias naturales? A veces pienso que ese fue el momento en el que fui más inteligente, más interesante. 

Vuelvo a tu carta, quiero responderte cada punto. Es raro verse en otros ojos, entender qué es lo que podés generar en el otro. No me acuerdo de ese día en mi casa, pero todavía tengo la nota y el vinilo de Dylan, todavía tengo en el corcho de mi pieza un poema que escribiste en un pañuelito, que nunca te pregunté para quién era porque me gusta pensar que habla de mí. 

Creo que lo que falló en nuestro caso fueron los tiempos. Yo (mi tren)* se iba, vos llegabas. Me gusta la idea de que a los sentimientos se pueda llegar, ir y volver, como a las estaciones de tren. (Yo que me reía tanto de tu distancia del mundo, ahora vivo a diecinueve estaciones de toda mi vida). Lo que estoy queriendo decir es que me gustaste. Me acuerdo del momento preciso en el que me gustaste por primera vez. Vos estabas enamorado de otra chica y me cantaste Nostalgias. Después me dijiste que ese tango te hacía pensar en ella. Cuando me diste la explicación, yo ya no escuchaba. El crush se dio con la canción. Pero como toda parada es demora y es un problema, dejé pasar ese sentimiento. Por eso, porque no sé vivir con las demoras de los trenes, y porque toda la adolescencia fui un poco descreída del amor. Como si fuera algo del realismo mágico que te gustaba leer a vos. 

Después se me pasó. Cuando vos llegaste al sentimiento yo ya estaba en otro lado. Entregada al más cómodo de los amores, al que se siente de lejos, al que se vive con la certeza de que nunca va a acercarse. Me dijiste que te gustaba y actuó el miedo, probablemente. Porque nunca fui valiente. Porque soy partes iguales de entusiasmo y miedo. Porque es más fácil avanzar hacia adelante, pero por una ruta conocida. Un poco me sentí ultrajada. Porque eso en lo que creía, se rompió (que no te gustaba, que éramos amigos, que la burbuja que sosteníamos alrededor nuestro era un secreto que si se nombra se destruye) se rompió. 

Obvio, después me gustaste de nuevo. Porque es más fácil que te guste gente a la que no le gustás. Deseé que hicieras algún gesto cuando nos fuimos de vacaciones a la playa, que me mostraras algún código secreto que yo pudiera leer como un llamado. Que me diera la energía para invitarte a caminar por las calles de arena de Valeria. No me acuerdo de muchas cosas del secundario con tanta claridad, pero me acuerdo del momento preciso en esas vacaciones en el que quise darte un beso. 

Pensé bastante en que hubiera pasado si, ¿si qué? No sé. No sé qué hubiera pasado si en algún momento me hubiera animado a hablar. Tampoco sé cuán valioso es pensar para atrás. Este tren avanza siempre para adelante, pero ahora entiende la importancia de viajar con otros, lo valioso de las paradas largas. Otro chico me dijo también que creía que me frenaba, pero la inercia del movimiento de mi vida trae el envión y lo que siempre necesité, lo que necesito es la resistencia que produce la fricción con otro cuerpo. Si te soy sincera creo que, aunque sea por un tiempo, hubiera funcionado. Siempre supiste llevarme el ritmo y hacerme frenar. 

No sé qué hubiera pasado, pero sí tengo una certeza. Fuimos grandes amigos, fuimos los mejores amigos. Y sí te quise, te quise muchísimo. Y sí te quiero. No me acuerdo de muchas cosas del secundario con tanta claridad, pero en muchos de esos destellos aparecés vos. Porque no me acuerdo de muchas cosas, pero sí me acuerdo del entusiasmo, de lo descabellado, de la diversión, del cariño. Porque sí me acuerdo qué era tener un gran interlocutor. No sé qué hubiera pasado, pero sé que pasó y me lo guardo, lo que pudimos hacer y lo que nos queda. 

Tengo una última pregunta, una última confesión, una última propuesta. 

¿Sirvió todo esto para hacer poemas? Yo te escribí dos o tres, uno todavía lo guardo con particular cariño. ¿Y si vamos a tomar una cerveza, a ver una bandita, a caminar por La Plata de noche, a una charla en Astronomía, a ver una muestra en Capital? ¿Y si volvemos a construir una relación desde los planes descabellados? 

Correcciones

  • En el audio, «Mi tren se iba, vos llegabas.»

Bio

La carta la escribió Catalina en 2019. Vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es productora de podcast y gestora cultural.

Nota de las editoras

Esta carta se la escribe Cata en respuesta a Iván (carta #7). Siempre es desafiante editar a alguien que queremos y conocemos mucho. En particular si esa persona también es editora, y encima de 40 cartas. Por suerte en el equipo de edición éramos dos, y Cata me la hizo muy fácil. Movimos un par de palabras de lugar, hicimos algunos ajustes mínimos, y así quedó: un tren en movimiento, siempre para adelante. 

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